Es capital analizar qué pasa con los agroquímicos en Argentina, donde según estiman ONG ambientalistas, se fumigan 28.000 hectáreas con 320 millones de litros de glifosato por año, lo que puede afectar la salud de la población. Mucho depende de las buenas prácticas que voluntariamente quiera aplicar la empresa, pero ¿Hay control estatal para empresas que incumplen la normativa? Ahora un fiscal federal pidió suspender la aplicación. Actualizado a enero de 2017.
Es revelador este informe sobre uso de agroquímicos en la PBA (gracias, Soledad Barruti por compartirlo), y también la contaminación del Río Paraná con glifosato, frente a lo cual se puede intentar la acción de amparo ambiental, como un remedio rápido y eficaz para que un juez ordene preservar la salud y el ambiente. Pero vamos por partes.
Qué es el glifosato y qué efectos causa
El glifosato es un herbicida de amplio espectro, lo que significa que mata casi toda la materia vegetal que toca, al inhibir uno de los procesos químicos esenciales que necesita una planta para hacer la fotosíntesis y sobrevivir. Decía casi porque hay pocas plantas que en forma natural o por una modificación genética lo resisten.
En este último grupo está la soja RR, una variedad vegetal a la que el glifosato no la afecta. La empresa que desarrolló este herbicida es Monsanto, que lo comercializa con la marca Rondup®, pero contrariamente a lo que se cree, hay muchísimos otros productores, tanto en la Argentina como en el mundo. Hoy, el mayor productor mundial de Glifosato es la República Popular China, y es el herbicida más usado por Reino Unido, los Estados Unidos de América y la Argentina.
El informe que publicó el periodista Darío Aranda para el medio La Vaca (recomendado, ver este link), cuenta que más de 28 millones de hectáreas de soja transgénica, maíz, algodón, cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo son rociadas con 300 millones de litros de glifosato cada año.
Para sus defensores, el glifosato es un herbicida muy eficiente que permite usar menor cantidad con un relativamente bajo impacto ambiental, y es cuestión de manipularlo correctamente. Para sus detractores, la toxicidad del glifosato lo torna incompatible con el desarrollo sustentable, sin dañar la salud de la población. El biólogo Andrés Carrasco solía decir que «los transgénicos y los agrotóxicos en Argentina son un experimento masivo a cielo abierto.»
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer acaba de publicar un estudio en el que participaron 17 expertos de 11 países en el que clasifica a los insecticidas tetrachlorvinphos, parathion, malatión, diazinón y al herbicida glifosato como «potencialmente carcinogénicos». La agencia, que depende de la Organización Mundial de la Salud con sede en Francia, clasifica las sustancias químicas en cuatro niveles: conocidos carcinogénicos, probable o posiblemente carcinogénicas, no clasificables y posiblemente no carcinogénicas. El glifosato y los demás químicos usados ahora están en el segundo grupo de posiblemente cancerígenos. Se detectó glifosato en agua, alimentos, en sangre y en orina de personas, con un «incremento en los marcadores sanguíneos de daño cromosómico», dice el IARC Report.
IARC-OMS sobre los efectos del glifosato. El link original y las imágenes de la publicación http://t.co/BLSyGXj6CD pic.twitter.com/zZb7JJGHX0
— Dario Aranda (@ArandaDario) March 22, 2015
El herbicida, dijo la Agencia, se detectó en el aire durante la pulverización, en el agua y en la comida, así como en la orina y sangre de los trrabajadores agrícolas. Incluso llamó a los jardineros a tener cuidado en su manipulación. En tanto, Monsanto disintió con esa clasificación, criticó el estudio en un comunicado de prensa en el cual aseguró que el glifosato es un herbicida que cumple con los «rigurosos estándares fijados por las autoridades para proteger la salud».
Por otra parte, la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) dijo que iba a considerar el estudio. Para el derecho ambiental, cuando no hay certeza sobre el daño que puede causar una sustancia, corresponde tener «precaución». En el derecho ambiental hay un principio que se llama justo así, «precautorio» y dice que ante la duda, deben extremarse los cuidados e incluso evitar el contacto, por si fuera perjudicial para la salud humana.
Tanto el malatión como el diazinón, que ahora son catalogados como potencialmente carcinogénicos, fueron prohibido para uso doméstico en el año 2008 por esta resolución. Sin embargo, el glifosato es ampliamente usado, vendido en Mercado Libre, aplicado en la producción agrícola y hasta fumigado con aviones.
Seguramente, esta nueva clasificación obligue al SENASA a evaluarla y en su caso a adoptar medidas para rever el uso del glifosato y a extremar las precauciones, sobre todo para trabajadores y vecinos. De hecho, Página/12 publicó que en Monte Maíz, Córdoba, «un estudio de la universidad de esa provincia determinó que la población presenta cinco veces más casos de cáncer que la media. Se debe a los grandes acopios de granos en el centro del pueblo y a las fumigaciones».
Si bien la regulación es local, a nivel nacional deben dictarse pautas de presupuestos mínimos para proteger la salud y la vida los habitantes. El día miércoles 25 de marzo de 2015 Derecho En Zapatillas se comunicó con el Ministerio de Agricultura de la Nación para saber si han tomado medidas o estaban evaluando acciones, pero a la fecha no ha recibido respuesta.
La norma de Mar del Plata no se aplica porque abarca el cinturón hortícola y los bolivianos incendiariían la municipalidad. Se reemplazó una norma pésima aprobada en paquete cpor una norma consensuada, y la corte de la provincia la volteó. La Muni estuvo mal representada y casi no contestó esa demanda.
Otra cosa que hay que entender es que los militantes ambientalistas son fanáticos con mucha mala fe. Son tan de fiar al analizar o presentar estudios como empleados de Monsanto o menos, porque éstos tienen un poco de vergüenza profesional.
Lo de Villa María o lo de Córdoba daría para juicio académico por mala fe.